Comiendo juntos [Sophia]

Aparqué a unos metros del restaurante, era el sitio más cercano que había, y bajé del coche. Caminé con paso normal hasta la entrada del restaurante. Me sentía bastante animado y contento, seguramente eso era por la persona con la que iba a comer.
Me resultaba tan ridículo tener que hacer todo esto para comer con ella, tener que venir por separado, en diferentes coches, viviendo juntos... pero prefería eso a que el mundo entero supiera que estábamos juntos.
Cuando entré pedí una mesa para dos y me senté a esperar a que ella llegara.

No podía evitar estar pendiente en todo momento de la puerta; por eso pude ver como, al entrar, Sophia me buscaba. Al instante me levanté con una gran sonrisa para que me viera.
Me gustaba mucho este sitio, servían una comida muy rica y además era un lugar tranquilo y discreto aunque lo cierto era que hoy no tenía demasiada hambre... Pero había pensado que estaría bien venir a comer aquí para hacer algo distinto.
No negaba que la idea de comer con Sophia en público me ponía un poco nervioso por si alguien se daba cuenta de lo nuestro, pero prefería arriesgarme un poco para poder pasar un buen día con ella.

No aparté la mirada de ella ni un segundo mientras se acercaba a mí. Cuando estaba a apenas unos segundos de llegar a donde yo estaba una gran duda me asaltó: ¿cómo debía saludarla? Ella contestó a mi pregunta dándome un beso en la mejilla le devolví el beso y, antes de que se pudiera apartar, agarré con cuidado una de sus manos.
- Hola.- Le susurré justo antes de separarme y soltar su mano. Me moría de ganas por besarla.
Me senté en la silla mientras dejaba escapar un pequeño suspiro, esta situación era demasiado frustrante. A pesar de todo sonreí, no iba a arreglar nada por no sonreír.- ¿Qué tal el trabajo?- Le pregunté con interés.

Escuché lo que decía y después, imitando su gesto, también cogí la carta para decidir que comería, aunque lo cierto es que la dieta que me habían puesto para interpretar a Damon me limitaba bastante.
Su voz hablando de nuevo consiguió sacarme de mis pensamientos. Alcé la mirada hasta ella y pude ver como me guiñaba un ojo. Simplemente eso hizo que me sintiera mejor y ensanchara la sonrisa.
- Bien, no hay nada nuevo que contar...- Admití con un tono de voz normal. Bajé unos segundos la vista hacia la carta pero enseguida la miré a ella de nuevo.- ¿Qué vas a pedir?- Le pregunté con curiosidad y, más que nada, para ver si eso me inspiraba y se me ocurría qué pedir yo.

Me reí cuando dijo que odiaba no poder comer lo que quería. No entendía que ella se privara de comer cosas, estaba estupenda y yo no creía que le hiciera falta vigilar lo que comía. Aun así no dije nada y, con una sonrisa divertida, volvía centrarme en la carta mientras escuchaba lo que ella pediría Enseguida llegó el camarero.
- Y yo ñoquis con nueces y salsa de queso.- Dije después de ella. Él lo apuntó todo rápidamente. No me había dado tiempo a fijarme en la carta de vinos y aunque lo hubiera hecho tampoco entendía demasiado de eso.- Tráiganos también un buen vino.- Le pedí, dejando la eleción en sus manos.

Escuché su risa cuando pedí mi comida. Sabía porque se reía y tuve que sonreír de una manera extraña para controlar la risa.
Todo parecía ir bien hasta que cualquier indicio de diversión desapareció de mi rostro al escuchar sus palabras. Era difícil, yo también odiaba esto... Me cogió de la mano y enseguida la gente que estaba sentada en la mesa de al lado comenzó a hablar sobre ello.
Suspiré agobiado al ver como Sophia miraba por la ventana, molesta.
Era totalmente injusto que no pudiéramos hacer lo que cualquier pareja normal sin tener mil ojos encima mirándonos y cotilleando sobre nosotros, pero desgraciadamente era algo a lo que teníamos que resignarnos.
- Eh...- Murmuré con tono cariñoso para que me mirara.- No dejes que esto nos arruine la comida, ¿vale?- Le pedí y, haciendo un esfuerzo, sonreí.

Su sonrisa no me convenció nada, pero puesto que a mí también me había costado sonreír, no me quejé ni dije nada. Nos trajeron la comida y antes de que pudiera ni probarlo Sophia se levantó diciendo que volvía ahora.
Bebí un poco, no comería hasta que ella volviera.
Me quedé mirándola y vi como se acercaba a un camarero, hablaba con él y este la acompañaba hasta el baño. Una extraña sensación me invadió... El camarero se mostraba demasiado amable, y eso no me gustaba. Yo no era una persona que soliera ponerse celosa normalmente, por eso realmente me preocupé al darme cuenta de que estaba sintiendo celos. Si nunca los sentía y ahora sí, sería por algo.
Cuando ella volvió parecía sentirse mucho mejor. Le dediqué una pequeña sonrisa cuando escuché su pregunta.
- Estaba esperando por ti para empezar.- Le expliqué y tras decir eso pinché un ñoqui con el tenedor y lo probé. Tal y como me imaginaba, la salsa estaba muy rica.- Oye, ¿qué quería el camarero?- Pregunté con un tono casual, como si no le diera mucha importancia.

Mostré una pequeña sonrisa cuando comentó lo de el nombre de mi cmoida. Si hubera sido en otro momento, si el maldito camarero no me andubiera rondando por la cabeza, me habría reído y problablemente se me habría ocurrido alguna broma sobre eso.
Comí un poco más al tiempo que continuaba dándole vueltas en la cabeza a su explicación. No veía por qué la tenía que haber acompañado, no era tonta y con que le dijera donde estaba habría bastado.
A pesar de la caricia de su mano no conseguí ponerme de nuevo de buen humor y antes de contestarle bebí un buen trago de vino.
- Sí, estoy bien, es solo que no entiendo por qué tenía que acompañarte.- Le expliqué bastante más serio.

Dejé escapar un largo y pesado suspiro mientras desviaba la mirada la mirada hacia la ventana para pensar como contestarle a eso. No estaba celoso por nada, estaba celoso porque era bovio que el camarero se mostraba demasiado amable con ella.
- No estoy celoso, solo digo que desde el principio ese camarero te miraba mucho y no veo necesario que te acompañara...- A medida que hablaba iba bajando el tono de voz hasta terminar en casi un susurro.
No iba a admitir que estaba celoso, nunca me había pasado y me sentía extraño por eso. Además no poder mostrarle mi cariño a Sophia me hacía sentir todavía peor. Volví la mirada hacia ella y comí un poco más, ahora totalmente serio.

Quería pensar en otra cosa, cambiar de tema y decir algo que pudiera distraernos a los dos. Lo último que quería era estropear esta comida y ya lo había hecho, por eso quería buscar la solución. Volví a suspirar y ahora fui yo quien acarició su mano.
- Lo siento.- Susurré mientras ponía una exagerada cara de pena haciendo sobresalir el labio inferior. Hablaba con sinceridad, me sentía mal por hacer que ella no estuviera a gusto.
De nuevo los cuchicheos volvieron a hacerse oír por lo que separé mi mano de la suya, pero no dejé de mirarla con la misma expresión esperando que sonriera o dijera algo.

No me importó el tamaño de su pequeña sonrisa, me daba la impresión de que podía iluminar todo el restaurante con ese simple gesto. Nunca había visto una sonrisa más bonita que la suya.
Yo también sonreí, pero al parecer no era lo que yo había dicho lo que le preocupaba... Pude notar como cambiaba de nuevo de humor al escuchar a la gente cotillear sobre nosotros.
Yo también suspiré. Quizás no había sido una buena idea venir aquí. Habíamos estado mejor en casa pudiendo hacer lo que quisiéramos y sin yo tener que ponerme celoso del camarero.
Comencé a comer de nuevo y una idea apareció en mi mente: hoy no hacía demasiado buen día y no creía que hubiera nadie en la playa, tal vez podíamos ir a dar un paseo por allí sin tener que preocuparnos porque alguien nos viera. No hacía un tiempo como para estar en bañador ni tomando el sol, pero sería agradable.
Me convencí a mí mismo de que era una buena idea para poder sonar decidido y seguro.
- ¿Qué te parece si después vamos a dar un paseo por la playa?- Le pregunté sonando bastante animado.

Su manera de responderme hizo que me sintiera mucho mejor y, sin tener una razón aparente, me riera.
- Genial.- Dije ahora sonriendo con total sinceridad y sosteniendo su mirada.- Por cierto, no me has dicho nada: ¿qué tal al comida?- Le pregunté sin apartar mis ojos de los suyos.
Aunque me gustaba la comida de este restaurante creo que la próxima vez me lo pensaría un poco mejor antes de decirle que viniéramos a comer aquí o a cualquier otro sitio y hacernos pasar un mal rato a ambos.

Volví a reírme por su comentario. Es increíble como nuestro punto de vista de las cosas cambia tanto dependiendo del estado de ánimo que tengamos. Si hubiera hecho ese comentario hacía unos segundos probablemente habría conseguido que me sintiera peor que ahora me hacía gracia...
Terminamos de comer y rápidamente mi amigo el camarero apareció para llevarse los platos y traernos la carta de los postres.
Miré la carta durante unos segundos y la posé en la mesa.
- No me dirás que estás a dieta, ¿verdad?- Le pregunté arqueando una ceja.